Menú fermentado en Formentor y otros puntos del camino

 

De entrante:

  • zapallitos grillados con ajo y albahaca dulce
  • queso scamorza
  • paté de zanahorias y castaña de caju
  • silencio mental cuando lo necesario es hablar del silencio
  • conversaciones sobre sexo cuando lo necesario es practicarlo
  • la certeza de que ya se ha practicado bastante
  • ensayos generales para una farsa más

 

Seguimos con:

  • señores extranjeros que estudian la historia del siglo pasado y necesitan un aventón a este siglo
  • trabajos de parto relatados por whatsapp
  • un hostal de montaña en China donde dejan las botellas de cerveza sin abrir en la mesa de los clientes
  • el truco chino para abrir botellas
  • señores moderadores enamorados de su propia voz y que sumen al respetable público en un sopor infinito
  • señoras con cabellera infernal y adornos angélicos, con miradas que dicen más que toda la Enciclopedia Británica
  • un rincón en una glorieta perfumada y umbría
  • señoras que creen que la gente deja de escribir sobre Dios porque ahora se preocupan por los derechos de los homosexuales
  • encuentros vespertinos de piano y cuaderno
  • la diferencia entre enamorarse de personajes o enamorarse de personas o acertar con la historia
  • aprender sobre la vida leyendo entre líneas de las mentiras que la gente decide contar
  • el argumento de la altura utilizado a la vez por cincuentones y niñas de ocho años
  • señoritas que deciden aunar fuerzas en aras de la musicalidad
  • conversaciones sobre maternidad demasiado profundas como para mencionar a los hijos
  • gente con manojos de etiquetas listas para repartir
  • el cubículo correcto donde guardar un bolso
  • un lugar de la pampa de cuyo nombre no quiero acordarme
  • Leila Guerriero hablando de Madame Bovary como la novela en contra de sí misma, y leyendo un texto tan brillante como su entrevista a Aurora Venturini en Gatopardo
  • arsénico espumoso y mujeres de corazón negro
  • Marta Sanz y lo que asusta a los hombres es la sangre y el placer que no vacía
  • el placer no nos vacía porque siempre podemos enganchar un vagón más a este tren
  • lo mucho que hacía falta el Señor Lobo entre tantos hombres chupándose las pollas
  • los caminos inescrutables del chemtrail
  • bajar escalones hacia el mar
  • girarse y ver una estela en el cielo, y entender que detrás de esa huella en el azul está Bradbury y el lanzamiento del último cohete del verano

 

De postre

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ava 

 

Imagen: Ava Gardner en el yate de Samuel Bronston en Mallorca, por Dennis Stock.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez, 1 de septiembre, en Palma

“Que cese ya el grito alrededor de todo
detrás de las sillas llamándonos.
Que cese la espera de la eternidad
cansada de esperarnos,
que el silencio se vuelva transparente
para que el verdadero sonido
filtre por fin su alma.
Que “el círculo perfecto” se vuelva luz encendida
en alguien que abre una puerta.

Que el golpe de mar quede en la memoria,
penetrante.
Que se acaben los hábitos de la incertidumbre,
que caiga la lluvia donde la ceniza se moje,
que la nostalgia siempre trabaje en la nieve,
que me dejen interrumpir el juego
de guardar silencio,
que Dios bendiga los zapatos rotos
y nos quite la costumbre tan socorrida del dolor”.
Pliego petitorio, Susana Chávez

 

Escritores por Ciudad Juárez surgió tras el asesinato de la poeta Susana Chávez en enero de 2011. Siguiendo su iniciativa, el día 1 de septiembre se hará una lectura simultánea de textos de poetas y escritores, que alzarán la voz en más de 130 ciudades de todo el planeta.

Sabemos hace rato que el arte no tiene ninguna función. Pero el sábado 1 las palabras se arremolinarán en el aire. Tanta poesía al mismo tiempo, tanta energía concentrada en el recuerdo de las muchas mujeres muertas y en el deseo de una vida tranquila, tantos textos cruzando la tierra tienen que dejar, forzosamente, una marca.

Seguramente no seremos los mismos después de leernos y escucharnos por las mujeres de Ciudad Juárez.

Nos gustaría que vinieras a hacernos compañía.

 

 

Copio y pego el texto de la convocatoria:

“El día 1 de Septiembre del 2012, en la emblemática cafetería Ses Voltes se llevará a cabo una lectura poética multitudinaria, no seremos muchos, SEREMOS TODOS. La razón es apoyar literariamente a los autores de México que luchan en contra de los asesinatos en Ciudad Juárez, para que sepan que no están solos.

Esta lectura se hará a nivel mundial.

Se llevará a cabo a partir de las 20 horas (se ruega puntualidad). Un poema o texto de unos 2 minutos y medio cada uno. No es ninguna recolecta ni nada por el estilo. La asistencia como participante y como público es absolutamente gratuita, aunque si alguien quiere beber algo, la cafetería estará disponible.

pd: Más información en:

http://contratiempo.net/2012/04/escritores-por-ciudad-juarez/

PARTICIPANTES:

Annalisa Marí Pegrum
Àngel Terrón
Anthel Blau
Antonia Tur
Antonio Gómez Movellán
Antonio Rigo
Arantxa Oteo
Biel Vila
Delfín Motos
Emili Sánchez
Eusebio Priego
F.J. Barrera
Guillermo Hernández
Isabel Calafat
Ivis Acosta
Jaume Gaviño
Jorge Espina
Jorge Merino
Luis González Ansorena
Lluís Servera
Macky Chuca
Magdalena Ferragut
María Frisuelos Jiménez
Máximo Fernández
Mayte Albores
Rafel Llobet
Requiem Tony Prayers
Rocío Taberner
Román Piña
Silvia Ogayar
Sonia Plaza
Tomeu Ripoll Moyá
Toni Bauzá
Victoria Marín
Xisca Tarongí i Valls

 

 

 

 

 

El día que Jillsy entró en el burdel

Hace un año, día más, día menos, yo estaba en una playa paradisíaca de esas que hay en mi isla, (ver fotos), acompañada de gente hermosa.

Era viernes. En la bahía de Palma soplaba el viento, como me recordaría luego mi pájaro surfeador, pero allí al norte el mar era un espejo y los turistas habían decidido dejarnos prácticamente solos con nuestra toldería, la pizza casera de Costa y varias heladeritas llenas de bebida fría. Un picnic de esos perfectos, organizados por el ojo atento de Nat. Amigos queridos. Un perro negro pastoreándonos, contándonos uno por uno, esperando  en la orilla a que volviéramos todos de explorar los siete mares a bordo de una colchoneta inflable.

 

Después de comer y nadar y revolcarnos en la arena y dormir varias siestas consecutivas caía la tarde y pensé en darme un último baño. Me hundí como siempre, y después emergí como el capitán Willard en Apocalypse Now, sólo los ojos fuera del agua. Más exactamente como Simon en el video de Hungry like The Wolf. Hacía mucho calor y me gusta el silencio-escafandra cuando los oídos se te llenan de agua.

Sonó mi teléfono y me gritaron e hicieron ademanes desde la playa.

Yo tenía una buena razón para querer atender. Estaba des-esperando una señal con la incredulidad que una espera, yo qué sé, que los Reyes Magos le traigan a John Taylor y una de esas camisas que usaba en los 80s.

Cuando salí del agua ya habían colgado. Pero habían dejado un mensaje. Unos de esos mensajes involuntarios que se dejan en los móviles cuando uno piensa que ya cortó pero no, la maquinita está grabando.

El no-mensaje era confuso; Mercurio estaba sin duda retrógrado. Pero alcancé a escuchar voces que hablaban de cuentos. Hablaban de libros y de fechas.

Yo en ese entonces no recibía llamadas telefónicas sobre libros y cuentos y fechas.

Varios intentos de comunicación más tarde (yo llamaba al número, el número me llamaba a mí pero daba ocupado, esos tropezones que parecen pasos de baile), alguien me dio la enhorabuena y me dijo que mi libro tenía editor.

 

Yo estaba de pie en la playa con el pelo chorreando agua y el corazón golpeándome tan fuerte que no escuchaba nada. Puede ser que todavía tuviera agua en los oídos. Puede ser que fueran los tambores de los invitados de Kurtz.

Pero desde luego era mejor que los Reyes Magos.

Sé que dije gracias muchas veces antes de cortar. Creo que festejé dando saltos en la arena y fue la mejor celebración que pude haber tenido, porque mis amigos se pusieron más contentos que yo (aunque nadie sabía que yo escribía, lo cual fue un golpe de dramatismo excelente) y matamos las cervezas que quedaban con un último brindis en medio del jolgorio general.

Después me subí a la furgoneta, sola, y conduje 60 km riéndome a gritos hasta casa.

Yo soy muy amiga de las efemérides y podría pasarme el resto de 2012 marcando cada hito de La Reina del Burdel, que viene a ser mi primer libro publicado. But fear not: sólo voy a decir que el viaje que empezó ese día sigue siendo uno de esos en los que dan ganas de gritar de contenta todo el tiempo. Y lo mejor, como siempre, es la gente que fui encontrándome por el camino hasta hoy.

Gracias a todos los personajes reales de esta historia. Ustedes saben quiénes son.

Y desde ya un abrazo emocionado a quien esté des-esperando esa llamada este año.

 

 

playa 2 playa de muro

 

 

 

 

Fotos por Nat y Stell

Pulgas cósmicas

 

La pulga mira por la ventana. Tiene dos opciones: creerse que es poderosa, evolucionadísima, y que ha dado un gran salto, o simplemente cerrar la boca, aceptar su sino de parásito patético y celebrar su insignificancia.

Mientras, busca como loca palabras de otros para describir las cosas que pasan por su cabeza cuando se asoma a la orilla del océano cósmico, como decía Carl Sagan. Él habló también de los primeros hombres junto al fuego, mirando al cielo y preguntándose sobre las estrellas.

—Son los fuegos de otros cazadores-recolectores, mirándonos desde lejos.

Desde arriba, alguna pulga intergaláctica podría pensar que las luces de nuestro planeta son las hogueras de los cazadores-recolectores, el fuego que sigue juntando a las personas, la excusa perfecta para que aparezcan las historias.

Si gustan, asómense a esta ventana de la Estación Espacial Internacional. Con volumen y pantalla completa se aprecian mejor la evolución y la insignificancia.

View from the ISS at Night from Knate Myers on Vimeo.

 

Este miércoles 25 de julio nos reuniremos en torno al fuego de Poetry Slam Mallorca, para celebrar el slam del mes de julio. La cita es en el Café Terraza Ses Voltes y el poeta invitado de este mes es D.Y.S.O. Yo estaré ahí en medio, nerviosa como es habitual, participando de mi primer slam. Ya saben que en estos casos se agradecen la compañía y los ánimos. Espero verlos por allí.

 

 

 

Cartel por Toni Bauzá.

 

Religare, o dónde me pongo

 

El otro día tuve la oportunidad de asistir a la presentación de El ocaso del pudor, el nuevo libro de Miguel Dalmau, gran escritor y vecino lletraferit de Champawat sin duda alguna.
En el corto pero interesante debate que siguió a la presentación, hubo murmullos exasperados cuando el autor eligió decir que muchas de los movimientos de emancipación femenina nacieron como respuesta a la herida infligida por el patriarcado, léase, que las niñas empezaban a estar ya hartitas de estar bajo la pantufla de papá.

Me hace falta la expresión anglosajona to roll the eyes para ejemplificar lo que pasa cuando alguien habla del patriarcado. Muchos (y muchas) hacen rodar los globos oculares dentro de sus cuencas, por no decir que elevan sus ojos al cielo como suspirando “otra vez, ahí vamos, es que no pueden las niñas dejar aparcado su Complejo de Electra por un rato”. Esas ganas de que aparquemos según qué inquietudes, que naturalicemos de una vez lo que no es ni nunca fue natural (basta ver la cantidad de barbaridades que se cocinan en nombre de esa gran institución zombie que es la familia) es, justamente, sólo uno de los tentáculos de lo que tan ampulosamente llamamos el patriarcado.

Cuando yo era joven, muy joven, cayó en mis manos un libro delicioso, que valió como despertador en un momento en que mi gran preocupación era si iba o no a tener tetas. (preocupación muy válida, parece ser, pues no dejan de tenerla señoras ya creciditas que deciden pasar por el bisturí para tapar algún agujero).

El libro en cuestión es Mulher, objeto de cama y mesa, de Heloneida Studart, un maravilloso collage que sonó como un sopapo en mis tardes de prepúber. Antes de tener la oportunidad de escuchar a los Ramones y The KKK took my baby away, aprendí que una podía ser abducida por esas mismas 3 letras como iniciales de Kinder, Kirche, Kuche, niños, iglesia, cocina. Los tres espacios a los que debía limitarse el universo femenino si no queríamos tener problemas, según algún simpático nazi que consideraba que la “democracia sexual” era un invento judío, y que había que “matar al dragón y (…) revivir lo más sagrado en el mundo: la mujer sierva y esclava”.

 

El libro es una joya, y aunque lleva muchísimas ediciones en portugués, creo que no es fácil conseguirlo en castellano. Sin embargo, lo encontré en scribd y espero que lo disfruten.

Gracias a este libro, entre otros, en cuanto mi destino me empujó a un colegio de monjas luego de haber disfrutado de una educación primaria mixta, laica y libre, yo ya había pasado de niña repelente a púber repelente, “soberbia y contestadora”, como bien dejó sentado la madre superiora en los cinco años en que tuvimos que vernos las caras.

Y ahora, mire usted por dónde, a propósito de El ocaso del pudor, Dalmau me habla de unas Jornadas de Estudis Feministes En Religió, de unas wonder women teólogas, filósofas, sociólogas, poetas, que usan palabras e imágenes para des-colonizar el cuerpo como espacio público, arman camas debate (porque la mesa ya es demasiado mainstream), presentan la  película Fake Orgasm del director catalán Jo Sol, y hablan de la posibilidad de una religión que haga lo que su etimología indica, o sea, que nos devuelva el religare. Una religión que una, que junte, que le haga el pespunte a las almas y los cuerpos después de tantos años de dualidad, de dividir para conquistar, de cortar por lo sano. Una religión vista desde la capacidad de decisión individual y al mismo tiempo de aceptación de la diversidad.

Vamos a ver. Llegados a este punto he de admitir que me pasa algo. Si han estado leyendo este blog, sabrán que hay una voluntad de comenzar fracasando, de aceptar vacíos y pasos en falso. Y acá me pasa algo muy grande con la religión vs toda mi pose ultra rebelde, super loca, re punk.

Algo dentro de mí, cuyo único punto de contacto con la protagonista de mi post anteriores que cree en un pulso, en la presencia de algo más grande que yo misma, cortocircuita de lleno con esa pose, y ambos chocan de frente, y como decían en las antiguas novelitas de Corín Tellado, como dos locomotoras a vapor.

Pero como una sabe que de las electrocuciones a veces una sale con tatuajes nuevos, y que hay que meter la cabeza en los lugares incómodos para despeinarse un poco, va y se asoma, y no sólo se asoma, sino que es invitada a que lea y haga ademanes en uno de los eventos que se organizan en el marco de estas jornadas. Estaré acompañando a Marian Pessah, que presenta su libro “Amor, placer, rabia y revolución”, y a Arantxa Andreu, que nos cantará “Hilando sueños”. Esto será el miercoles 11 en el restaurant Ummo de la calle Sant Magí 66.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Inciso: si con las monjas me hice la rebelde, antes, en la primaria, fui de las llamadas varoneras. Un grupito minúsculo de chicas, aburridas e insatisfechas con el rol por default de “nena buena”, que elegían sistemáticamente jugar con los (y a cosas de) varones. Creo que nunca dejé de ser una varonera. El ejemplo más claro es el del asado. Un asado cualquiera de los miles de asados a los que asistí en mi país.

Cuando llegás a un asado, las mujeres se meten en la cocina para hacer las ensaladas y hablar de cosas de mujeres (que generalmente tienen que ver con corazones rotos, depilaciones o suelos pélvicos más o menos atendidos).
Y junto a la parrilla los hombres hablan de cosas de hombres (o sea vaguedades sin profundidad emocional sobre quién vio más conciertos, quién tiene la mayor colección de discos o quién corre mejor detrás de una pelota).
Sí, estoy generalizando para irritarlo a usted.  Porque también, como saben mis amigas, soy la primera en disfrutar con las conversaciones de minitas, y hago todo lo posible para que nos ríamos de nosotras mismas. Y porque espero que esta generalización ayude a entender lo que viene ahora, y que es como el epítome de lo que me viene pasando en los asados, y que me ocurrió un día a finales del siglo XX.
En uno de estos asados una chica muy hermosa se me presentó diciendo:
-Yo soy la novia de Pitu. ¿Vos de quién sos novia?
¡Plop!
¿Hace falta que le ponga un subtítulo a esto?

Entenderán que a partir de ese día yo fui muchas veces de las que se quedaban junto a la parrilla para hablar con los hombres, sólo para joder, porque no era lo establecido. Sólo porque era ejercer un derecho a ser diferente que no había podido ejercer en las épocas en que las opciones eran jugar con los niños o meterse debajo de la mesa de los mayores para escuchar conversaciones no aptas para todo público.

Y yo siempre quise ser muy apta, y al mismo tiempo nunca supe dónde ponerme.

Entonces digamos que esta varonera, que tuvo que labrarse una conciencia gremial, como diría Mafalda, con mucho esfuerzo, muchas de cal y pocas de arena, ahora está encantada de participar de un encuentro de minitas, pero de minitas pulenta. Allí estaré el próximo miércoles, y allí espero verlos si tienen ganas de pasar un buen rato y de salir de los lugares pre-asignados que nos dio el Gran Acomodador de esta película.

Vecina de Champawat | julio 6, 2012 at 4:13 pm | Etiquetas: el ocaso del pudorfeminismoheloneida 

 

 

Literanteando con Lilith

El viernes pasado, mientras Júpiter entraba en Géminis, activando la dualidad, ocurrió un hecho sin precedentes.

Literanta recibió la visita de una nueva encarnación del famoso y nunca bien ponderado dúo Los Gladiolos, en la figura de Gabriel Bertotti, que presentaba su novela Luna Negra, y una servidora, que lo acompañó en la mesa para el jolgorio de los presentes.

Todo esto fue idea de Marina P. De Cabo, o como bien dice Gabriel, “la niña de los ojos marinos”, que creyó conveniente que yo accediera a Luna Negra, a sus conjuros medievales, a sus brujos de necrópolis bananera, a sus amigos enamorados. Es algo que debo agradecerle. Luna Negra es una gran novela, editada por Sol de Ícaro. Y su autor ya ha sido admitido en el Club de Víctimas de Champawat. (Champawat es así; sus lletraferits se toman el victimazgo a la ligera, como cualquier otra actividad de club social).

Gabriel Bertotti es bahiense de Bahía Blanca, una ciudad a la que le tengo mucho cariño por haberme brindado el dicho Más sola que loca mala. (Les ruego tengan a bien abstenerse de venir a refutar mi hipótesis del origen bahiense de este dicho que tanta alegría me ha proporcionado.)

Pero no hablábamos de eso. Hablábamos de Gabriel, que escribe novelas que te transforman en
“Un succionador de intimidad. Aquel que está del otro lado del fuego una noche helada, en la pradera”,
y que también colabora en Món de Llibres desde hace años.

La velada transcurrió mientras nos reíamos de pasados y futuros inexistentes, fluyendo en un eterno presente (muy apropiado, horas antes de que comenzara el Bloomsday); hablamos del desarraigo como un mamut oloroso que te salta al cuello en cuanto abres ciertos libros; hablamos de la ironía como un alto muro, del ritual de apoyarse en los espejos para increpar al reflejo, tarea que en ocasiones resulta más soportable que conversar con las personas. Hablamos de Luna Negra pero también de Arlt, de Bioy, del Martín Fierro, de Philip Marlowe, de los cameos del niño de Banfield, de algo tan anacrónico como grabarse en un cassette para no sentirse tan solo. (Oigo cintas que he grabado con mi voz, según Parálisis Permanente).

Todos estuvimos de acuerdo en que Los Gladiolos deberían juntarse alguna otra vez para destripar obras literarias (ajenas, mejor) o para, al menos, animar bodas, bautizos y comuniones.

Lo más memorable fue, sin duda, que contamos con la presencia de un astrólogo que, mientras los demás nos exprimíamos el cacumen para que el evento pareciera una presentación seria y sesuda, se dedicó a jugar con niños perdidos y dandies, haciendo gargarismos en un largo viaje de ácido. Pero de esto no puedo hablar aquí.

Fotos por Yago.

Insolándose en la Feria

Mallorca is on fire, dice Marina P. De Cabo en su artículo para 40 putes, y no seré yo quien lo niegue.

La Feria del Libro de Palma en el Parc de Ses Estacions fue un duelo al sol.

El duelo comenzó la semana anterior, cuando quise buscar información en internet. Encerrada en un tren averiado en medio de los Monegros, sin electricidad ni aire acondicionado, a puerta cerrada pero conectadísima con el mundo exterior, me di cuenta de que ninguno de los diarios de Palma se había hecho eco de la Feria a dos días de que se inaugurara. Luego en El Mundo dijeron algo, pero el armazón de la nota eran las pérdidas económicas que se calculaban. ¿Es el criterio económico el único cristal con el que debemos mirar la vida a partir de ahora? ¿No nos salvarán los libros?

Loable, digna de mártires paleocristianos, la dedicación de los libreros ante las adversidades.

El martes fui a ver a Felipe Hernández, que firmaba ejemplares de su reeditada La Deuday también a Agustín Fernández Mallo, que presentaba su nuevo poemario, una bomba con disfraz de pildorita: Antibiótico. Lo presentaba Miguel Dalmau, y amenizaba el evento la Banda Municipal de Palma, que algún maníaco-depresivo del ayuntamiento había programado para el mismo horario, a escasos tres metros del (muy pomposamente denominado) Salón de Actos de la Feria.

Luego nos fuimos a festejar en dulce montón. Para ver imágenes de esto, pueden dirigirse al blog de Agustín, que documentó alegremente todo lo que ocurría en la terraza.

El jueves 7 firmaba Gabriel Bertotti (a quien acompañaré en la presentación de su nueva novela Luna Negra, este viernes 15 a las 20h en Literanta)

Luego era el turno de mi recital/lectura/show (aún no encuentro nombre para esto; que alguien me ayude: ¿es spoken word si una usa chuleta/machete?).

El Salón de Actos nos estaba vedado, porque habían pasado dos días y la Banda Municipal seguía allí, como el dinosaurio famoso. Inciso: tenían un gong. ¡Un gong! Me hubiera encantado contarles que en medio de mi Oda al Pepino Mediterráneo salí corriendo a interrumpir la música de peplum que estaban tocando y que golpeé ese gong con cara de Iluminada, una de las protagonistas de Asesinos de los días de fiesta, pero no, no fue así. Dice Bertotti en Luna Negra:
“Es increíble (…) al final resulta que uno nunca puede dejar de ser el boludo que no cree ser.”

Para ustedes que se piensan que lo de duelo al sol era un bluff, las imágenes no me dejan mentir: leí en medio de la main street de la Feria.
Desde aquí un cariñoso saludo a las dos señoras a la derecha de vuestras pantallas, que se marcaron el siguiente diálogo para solaz de nosotros, los que leemos los labios:

-¿Qué es orto?
-Culo, ¿no?

Estuve rodeada de amigos y familia antes y después de la lectura, cosa que agradezco desde aquí con ademanes emocionados, ya que el otro día estaba demasiado nerviosa a posteriori (cosa ‘e mandinga) como para abrazarlos uno por uno y decir gracias. Gracias por venir, ustedes, gente linda.

Hace unos días, en otro ámbito, alguien decía: un solo bafle, y encima mono, como epítome de la desgracia. Eso mismo tuvimos en la Feria: un solo bafle, y encima mono. Pero como dice siempre mi socio Don Rogelio J, “hemos tocado en conciertos peores”.
Tampoco contaban con la astucia del mostro audiovisual con el que comparto mis días, que puede hacer con un cable canon cosas que Harold Bloom no imagina.
Foto tomada por Marina para el artículo antes mencionado.

Aquí pueden ver la primera parte de mi Oda al Pepino Mediterráneo, gentileza de Editorial Sloper y sus amigos camarógrafos. Hay dos partes más, que dan sentido a toda esta verborragia, y que tal vez veamos algún día.
ACTUALIZACIÓN: aquí están las tres partes del Oda al Pepino Mediterráneo!
Parte uno

Parte dos

Parte tres

Las siguientes fotos se las robé a Román Piña.
Con Aina Lorente, Agustín Fernández Mallo y Miguel Dalmau.


Con Román.


Bafle mono, pero atril transparente apto para el Oscar a la Mejor Peluca.

Foto robada de un medio digital que escribió una mini nota llena de horrores (además de escribir mal mi apellido y el nombre de nuestra banda) y que cree que uno puede ir por la vida sin correctores. O asistentes de continuidad. O redactores. Pero es una linda foto.