unos nadan, otros buscan

Este es un mensaje para los débiles y sangrantes vecinos de Champawat, aquellos que tres veces por semana abren tímidamente la ventanita para ver si el aire huele al aliento fétido de la tigresa. Mi deber es decirles que la tigresa aún acecha y que, ante la duda, huyan, huyan sin mirar atrás. Si los alcanza su furor carnívoro en medio de la fronda, siempre les quedará el consuelo de no haber visto lo que viene. Esto es, otra entrada en forma de lista.

 

Que esta semana comience y acabe con sendas listas habla a gritos de la sobrecarga mental de una servidora. Quiere decir que este tedio gelatinoso no se cura sólo con teína, que todavía no aparecen los raudos mensajeros que tienen el deber de iluminar la espesura mental. Quiere decir que estaría siendo hora de admitir que el rocknroll no lo cura todo, o que quizás sea una la que está perdiendo facultades receptivas.

 

Las antenas se oxidan, los transistores aspiran ser válvulas de fuego y de repente la mayor preocupación es cerrar bien la ventana, como siempre (no nos olvidemos que la tigresa merodea) pero también se nos va la vida en mirar vía satélite a un puñado de personas que en algún momento evolucionaron para volver a la charca y sentirse más cómodos en el líquido elemento.

 

Hablo de nadadores. Hablo de doscientos metros, que a veces parecen quinientas millas, zanjados con movimientos absolutamente armónicos y tan ajenos a mí como la telekinesis. Hablo de trampolines más altos que mi balcón. Hablo de gracia y agilidad y fuerza y resistencia (ah, resistencia; a veces la deseo, a veces me resisto a la resistencia. A veces todo se reduce a cuánto resistir y cuánto soltar).

 

Hablo de que toda la vida culpé a Hollywood, y ahora resulta que el mayor daño viene desde el switcher master de Londres que me envía caramelos anestesiantes envueltos en la gorra negra de Phelps y Lochte, en la gorra verde de LeClos.

 

Ayer chapoteé en una orilla rocosa, y por respeto a ellos no di ni una brazada. Me quedé, abuñolada como un cangrejo rebozado, mirando al horizonte y su bruma. Pensé en que debía ser bonito poder estirar el cuerpo y confiar en el agua.

 

Hace un par de días que chapoteo en la orilla de un relato que me ata los pies hace años. Una historia que quiero contar y que se escurre como si tuviera las yemas arrugadas de pasar demasiado tiempo en la bañera. Una historia que hace tanta trampa que de repente me encuentro aquí, ante este alféizar ensangrentado, chusmeando de persiana cerrada a persiana cerrada, susurrando a gritos cosas sobre antenas y transmisiones defectuosas, en lugar de contarme a mí misma lo que sé sobre la historia que todavía no aparece.

 

Pero como a veces hay que escribir hacia la nada, y como hace ya rato que decidí ponerlos a ustedes de testigos, vamos a la lista que anunciaba antes.

 

La lista de hoy no será un menú. Lo que traigo es un placer insospechado que me proporciona este nuevo blog. En aras de la muy mentada interacción y la posesión de información privilegiada, uno abre el blog y cuarenta y ocho horas después instala uno o varios sistemas de estadísticas para saber, con pelos y señales, quién nos lee, cuánto nos lee, durante cuánto tiempo.

 

He de confesar que los diagramas y las tortas y los picos me aburren y confunden. Pero hay algo, ay, ay ay ay, hay algo que me tiene loquita. Las palabras clave. Claro.

 

¿Por qué nos leen? Es una pregunta tan ingenua que no saldrá de mi boca. La cuestión es ¿cómo caen estos individuos, estos nodos de la red, en el blog de una? La cuestión es ¿qué buscan para amerizar, confundidos cual gaviotas hinchadas de Doritos, en la charca de Champawat? Buscan cosas, ante el ojo atento y vigilante de google. Y lo que buscan, las palabras clave, son la clave de este post.

 

Con ustedes, y con miras a hacer un top ten en algún momento, una selección de las cosas que la gente escribe en Google y que, misteriosamente, los empuja a las fauces de la tigresa.

 

 

Les he puesto unos títulos, con afán de hacer unos diagramas de Venn más o menos ordenados. Y conservo la ortografía y gramática original, ya verán por qué. Básicamente, descubro que la gente busca sexo, busca cosas para comprar, y busca soluciones a problemas prácticos, busca guías de bricolaje de la cotidianidad. También busca cosas tan nebulosas como la historia que vengo buscando, pero esa es otra historia.

 

Allá vamos.

 

 

How-to (o preguntas que le hacemos a Google en lugar de a nuestros abuelos)

 

  • para que se le ponia cinta scoch a los casette
  • por que hay personas que se tapan los ojos con las manos para dormir
  • que cosas estan fuera de la moral y las buenas costumbres
  • como hacer q mi perro se siente y se levante atra vez de mis palabras
  • que se puede hacer con los cassettes viejo que tienes en casa
  • conjuros medievales
  • como se ven las cosas cuando se envuelven en papel aluminio en los rayos x
  • que milagro de dios paso en slama el mes de julio de 2012

 

 

 

Sexo y otras pulsiones

 

  • sillones para hacer el amor marrones viejos
  • tetas marcadas bajo la blusa
  • cuerpos en descomposicion
  • caras con antifaces sexys
  • cuerpos flacos
  • pala a una adolesente
  • relato negro ducha vestuario
  • tocando a mama bajo la mesa
  • beach men
  • mujeres mostrando solo la cola

 

 

 

queremos consumir

 

  • folletos de parripollo
  • tatuaje cola de gato
  • tubitos para poner flores de anturio
  • patrón para hacer los trajes del sargento pimienta?

 

 

 

no sabemos lo que buscamos o tal vez sí

 

  • paquete pan lactal en disney world
  • fases de me voy
  • hay gente que es asi cuando te piden plata prestada cuando les cobras
  • que botas usa la susi de soltera otra ves
  • yoda cabeza quemada
  • cambiar ch por y
  • jesus piola

 

 

PD: Que la gente acuda a Champawat en busca de verdades universales (y de consejos sobre los cassettes, algo tan cercano a mi corazón) me hace babear de gusto. Y por un momento me siento un “adalid de la divulgación científica”, como La Meibel.

 

routine

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