Se rompe el silencio como un cristal y empezamos a contarnos, a cortarnos en pedazos.
Hay que romper el cascarón para que aparezca la historia.
O tal vez sea la historia la que nos obliga a salir del huevo, del armario, o de donde sea que nos hayamos escondido para que no nos duelan los días.
Es la historia que tenemos por contar la que nos mete de un golpe dentro de nuestro cuerpo.
Es la historia no contada la que nos habla al oído, nos asegura que tenemos palabras mágicas para desarmarlo todo, desgarrarlo todo.
Es la historia que tenemos la obligación de contar la que nos recuerda que fuimos parte de eso que llamamos nuestra vida.
La que nos dice que ahora nos pongamos de pie, que demos un paso fuera del pupitre
y lo contemos en voz alta, así nos reímos todos.
Imagen: “The perfect white between words”, collage dreamscape by Tracy Jager / livingferal