Todavía no lo había contado en el blog, ese blog que hay que colgar en las redes sociales para asegurarse de que alguien se percate de su persistencia. Una persistencia modesta y a nuestro pesar, como la de la respiración. Y en las redes intuyo que ya saben lo que voy a contar. Pero como cada cual tiene su TOC y en algunos ámbitos sí busco un orden (risas), here we go.
Hace casi un año nació Karate Press, un proyecto de Luis Boullosa, mi compañero y único héroe en este lío. Luis soñaba con una revista en papel, un espacio para profundizar en el arte underground y los muchos rostros de la contracultura, una publicación con artículos y entrevistas que fueran más allá de lo evidente. Ante tanto carnaval de textos predigeridos para cumplir con el festival, el promotor y el sponsor de turno, me pareció que era digno soñar con un artefacto para leer de verdad. Una revista que los lectores quisieran coleccionar y releer, como esas pocas que todos guardamos en un estante cerca de los discos.
Karate Press ya tiene 3 números en la calle, desde aquel primaveral número cero en el que nos estrenamos con muchos errores y unos cuantos aciertos. Luis siempre dice que propone proyectos a la gente como quien hace un regalo, aunque desde el otro lado a veces parezca algo ligeramente más retorcido. Pero así ha logrado reclutar a una tropa de colaboradores deluxe de ambos lados del charco, con representantes de la vieja escuela y gente joven y brillante (David Bizarro, Emilio Cascajosa, Juan Terranova, Jaime Gonzalo, Carlos Lapeña, Roger Estrada, Eduardo Ranedo, Mikel Primigenio, por nombrar sólo a algunos). Eso en cuanto a los escribas. También nos ilustran artistas maravillosos, (como mi buen amigo Don Rogelio J, Leo Sousa, Jess García, El Ciento, Barb Pistoia) y contar con fotografías originales de gente de la talla de Salomé Sagüillo y Juxe Areta Goñi. Sólo puedo decir que me siento honrada de participar de un proyecto al que se ha sumado tanta gente con dotes paranormales.
En los créditos de la revista aparezco como gestora del pánico, encargada de la magia blanca y emperatriz honorífica. Es un buen resumen de las tareas que llevo a cabo en la sombra. Durante dos números habéis tenido que aguantar también mi consultorio sentimental lo-fi (Corazón FM), en el que doy voz al oráculo karaoke de Madame Chucá. Pero este número 2 de Karate Press es especial para mí, porque me estreno con artículo y entrevista.
Le tenía muchas ganas. Muchas, muchas ganas. Escribir sobre la Fundación 72 era una especie de deuda pendiente. Me refiero a Industrias Eléctricas y Musicales 72, un colectivo de artistas que nació en una casa del barrio porteño de La Paternal, brilló durante 4 años y luego se teletransportó a España para fragmentarse en más bandas, más arte gráfico, más fanzines, más de todo, dejando una huella imborrable en ciudades como Palma y Barcelona.
Viví de cerca ambas etapas de la gente de La Paternal: con unos y otros compartí casa, fiestas, grabaciones, conciertos, vacaciones. Les debía la crónica, porque los discos que se grabaron en esa casa de La Paternal (y los que siguen apareciendo en las muchas sucursales que se abrieron a partir de la odisea espacial de 2001) no deben caer en el olvido. Son discos enormes que le cantan a las arenas movedizas entre dos milenios. Espero, entonces, que mi crónica sirva para despertar la curiosidad de los no iniciados.
Por supuesto, hay mucho contenido excelente en este nuevo número: entrevistas con Rafa Berrio, 10 000 Russos, La Femme Fakir, Neill Jameson de Krieg, Nick Oliveri; artículos sobre músicos que inventaban torpedos, otros colectivos experimentales como Gruppo Ungido, el blues en Granada, el vínculo entre el black metal y las galerías de arte… Y todo viene con un empaque precioso, cortesía de la ya mencionada troupe de ilustradores.
Seguimos al pie del cañón. Sería imposible sin todas esas personas que apostaron una ficha al delirio de una revista totalmente independiente, distribuida por amigos que van y vienen con revistas en la mochila. A todos ellos, los de dentro y los de fuera y los de la estratosfera: gracias.