Erráticas. A tour is born.

erráticas - avatar 9Ya os venía diciendo eso de que el Lunó Tour no podía terminar así. Es más, no podía terminar. Entiendo a los señores brontosaurios que se niegan a bajarse del sleeper: cualquier versión de un neverending tour es muy tentadora. Se mete en tu metabolismo y te empuja a aguantar horas al volante, bocadillos de estación de servicio, paisajes de polvo y piedra con una sonrisa, como si fueras en alfombra voladora.

Mientras planeo locamente las nuevas etapas del Lunó Tour (¿habéis visto con qué sutileza lo dejé caer? Esto no se termina, les dije), nos hemos liado la carretera y la manta a la cabeza y así nace Erráticas. Hablo en plural porque este ciclo nace gracias al fervor y la aglutinación de varias damas brillantes, como Mad Pirvan, Isabel Llanos y Belén Berlín. Algunas de las perlas que va dejando caer el Prostíbulo Poético de Barcelona en su vuelo al infinito, y que yo me apresuré a recoger mientras bajaba a mirar de cerca el fondo movedizo, como la señora de la foto.

Erráticas es buscar una excusa para salir de casa y besar el polvo de la pista, como papisas en éxtasis. Erráticas es road trip e insomnio, spoken word, performance y música, desvaríos corales y buceo en el asfalto. Erráticas es un ciclo y será una gira y muchas giras, será un show, diez shows, muchos shows, una bitácora, un fanzine, un carpetazo exquisito. Cuatro ruedas y cuatro voces.

Erráticas no sabe cuándo empieza, pero sabe que termina la primera etapa del primer tour en Zaragoza el 9 de octubre. Mientras tanto, vamos buscando fechas por el noreste. Si nos queréis en vuestra ciudad, a partir del 1 de octubre nos vendemos al mejor postor. Si tenéis ideas de dónde deberíamos frenar primero, enviadnos propuestas y coordenadas. Salimos desde Barcelona hacia el Cantábrico, a grandes rasgos. Y, como dije antes, bajamos hasta Zaragoza, donde nos esperan arrebatados el día 9 de octubre.

Hey ho. Hey ho siempre.

 

1 de junio

El piloto dibuja un giro amplio y escorado sobre el mar para dirigirse al noroeste. Hay una mancha magenta en el agua: el amanecer riela bajo. Cuando llevas muchos días durmiendo pocas horas, el cuerpo está más alerta a los sutiles cambios de temperatura y presión. Casi puedo sentir en la piel el temblor del pájaro, y se abre una válvula telepática. Sé que el capitán sabe lo que hace, más que otros, y disfruta de volar este bicho, más que otros. Ante esta certeza puedo abandonar el perpetuo estado de vigilancia que, como dice la Jong, es lo único que mantiene al avión en el aire. Cierro los ojos.

Los abro para ver una serpiente de nubes corriendo por un desfiladero. Debe ser el Miño lo que está abajo, encajonado en piedra. No nos desprendemos de la manta nubosa y ya tocamos pista. La niebla no deja ver nada. El capitán, además de dominar la telepatía y el instrumental, sabe bailar a ciegas en este mundo gris. Bienvenidos a Galicia.

Abajo, el verano gallego despierta a su manera, con helechos enhiestos en la banquina, con saúco bordeando los dedos altos de la Digitalis. Echaba de menos la niebla.

El viaje había comenzado aún de noche, con un chico negro y buen mozo pasándome su móvil en el tren para que leyera una nota. Me la escribe en francés y en inglés, para asegurarse de que la entienda. Es respetuoso, y unos quince años más joven. Desde mi cara insomne y sin maquillar le sonrío, y le devuelvo el móvil. Siempre me quedo muda ante el misterio de los sitios donde otros encuentran la belleza.

A lo largo del día las gentes me miran de reojito, en la mirada aún frescas otras bellezas que tuvieron el gusto de conocer en primavera. Sigo las reglas de un juego que aún no conozco del todo. Saludo de cerca a la liebre nocturna y aprendo cosas. Saludo de lejos a una señora enanoide que no sabe lo que yo sé. Les devuelvo el garage y el powerpop: mi banda sonora es más grave que un latido y más ultravioleta que un silbido en la casa de comidas. El pan debe ser siempre comunal. Salud.

Los helechos de la banquina son mi casa. Las patas delanteras de mi gato flaco son mi casa. El grito que me mantiene despierta es mi casa.

Susurro y canto y declamo por la tarde en Versus, esa hermosa librería de Vigo, arropada por Sabela, una de mis libreras y personas preferidas en esta tierra, y me dan la mano fuerte otras personas preferidas. Soy, a mi modo, una mujer con suerte.

Subo por primera vez después de mucho tiempo a la nave, ese calabacín plateado que me paseará durante todo el Lunó Tour. “No rompas nada”, me dicen los amigos. “Tenés más fechas que Damned”, me dicen los amigos. La carretera ondula debajo de los neumáticos y una media luna perfecta. Suena Danzig, suena Burning, suena Half Japanese dentro del cráneo. 

Ayer canté por tercera vez en público mi canción “A Shortage of Pumpkins”. Habla de creer en la canción, y en la voz prestada. Habla de otras cosas que todavía no sé. Tengo que grabarla, tengo que grabar todas las canciones del Spoken System un día de estos. Mientras tanto, sigo siendo una punkrocker que habla demasiado. Espero poder mostrarles esto, y lo contrario, a lo largo de la gira.

No rompan nada. Es todo demasiado hermoso, demasiado frágil. Si tienen una ventana cerca, asómense y canten. Si tienen verde cerca, agradezcan al señor. Al primer señor que encuentren: quizás tuvo algo que ver. Si creen, como yo, intermitentemente, en un manager cósmico que acomoda los melones en el carro, agradézcanle las cosas buenas. La felicidad, ahora lo sé, hay que escribirla antes, y puede ser intermitentemente eterna. 

Si están por menstruar, canten mentalmente “Gratitude”, de Beastie Boys, antes de abrir la boca. Si un chico negro les sonríe en dos idiomas, levanten la vista del teléfono. Si el insomnio les despierta la piel, o si la piel despierta al insomnio, dejen que la piel hable y resuelva. Si se encuentran con Keith Richards, díganle gracias, díganle telepáticamente que lo quieren, sáquense una foto. 
Próxima fecha: viernes 2 de junio. Chan da Pólvora. Santiago de Compostela

  
Foto por AnaBea.